22 sept 2014

Artesanas de lujo (1)


Un espacio destinado al arte de trabajar con las manos y el alma. 


Mi manualidad primera...me encantaba el crochet.

La artesanía vista como terapia de salud y modo de vida. 



Mi más profundo respeto y admiración para todas esos corazones que vibran al confeccionar belleza, masajeando su espíritu y sanando su cuerpo.

Aquí va un ejemplo de ello y una historia cuya protagonista puede ser cualquiera de nosotros en algún momento de la vida:



....Ya tenía muchas temporadas de angustia, una vida dura atendiendo a las necesidades diarias, pocas horas de sueño, un sacrificio continuado en pos del bienestar de sus hijos pequeños y un marido postrado.

Matilde sabía que podía hacer muchas cosas lindas, pero no tenía ni tiempo de imaginarlas, ni voluntad en el cuerpo para animarse, ni dinero para malgastar en ello.



Después de 30 años dedicados a pleno al sustento del hogar, hijos ya casados, viuda y sola recorre la vidriera colorida con sus ojos cansados,





y decide entrar a preguntar


que lindos trabajos, ¿quién los hace?




...Un poco yo, otro poco las "chicas"...



Aquí dictamos clases, ¿no quieres venir a tomar una?



Matilde sonríe y toma asiento en la banqueta de trabajo que tiene un almohadón floreado bien mullido.




Ah...ese almohadón lo hice yo, te gusta? dice Virginia


quien luce hoy un vestido azul que ella misma confeccionó. Su vida anterior llena de pastillas que la mantenían dopada y sin vida, ha logrado en el taller lucir sus mejores muñecos de fieltro.



Sonia interrumpe: ¿che querés un mate?...amargo eh..


La mas pequeña del grupo, Denisse acompaña a su mami a la clase. Ella tan chiquita pero tan habilidosa a la hora de armar la ropita de la vaca dice: ...la próxima mi mamá va a traer chocotorta...te gusta?




Las hadas bailaban en la ventana acompañando el ritmo del ventilador de techo


y la elefanta blanca rogaba no ensuciarse con el smog del tráfico, autos que ronroneaban preparando su salida apenas se dispare el semáforo.




Matilde se tomó su mate, le sabía dulce a pesar de lo fuerte y atenta escuchaba las indicaciones de Mafalda, que marcaba, cosía, rellenaba y pintaba.



Casi todas las tareas al mismo tiempo, solamente ella podría ser la dueña de semejante maestría:



lanas que parecen rizos de oro



retazos inservibles que se volvían a tener brillo, colores radiantes que daban vida a un frasco inútil



pañolenci, polar, vellón siliconado, alambres, todo formando un acorde perfecto.


Mafalda enseña como ninguna el arte de armar arte,
y sin saber o sabiendo, domina el arte de curar


Curar con las manos y con el corazón.

Un taller de trabajo, amistad, colaboración y matecitos....asi sí!



Varias son las aulas, como otras tantas quizás, pero no para Matilde. Ella vino para quedarse y crear.


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